miércoles, 12 de noviembre de 2014

Realidad en un mundo virtual


En el siglo XXI atestado de tecnología digital y de redes sociales que nos hacen vivir casi en una realidad virtual parece un poco curioso hablar de realidad y de nuestra existencia, es como si miráramos viejas fotos, color sepia, de las que hacían nuestros abuelos y que nos dejan una pequeña sonrisa en los labios. Pero aún así es interesante volver a plantearnos la clásica pregunta filosófica sobre si existimos o no, y de si el mundo e incluso el universo, están ahí por algo y para algo.
            Evidentemente ya que puedo pensar, al almacenar en mi cerebro todo lo que mis  sentidos registran, y con ello puedo filosofar sobre mi existencia y la de los demás, la conclusión es que existo. Para cada persona la realidad es uno mismo, esa es su realidad propia. Y después hay una realidad externa, el mundo y la realidad de otras personas. La interacción de mi propia existencia con ese mundo externo constituye  mi vida y por lo tanto mi realidad. Los demás no pueden ser exactamente como yo ni su relación con el mundo será la misma por lo que tendrán otra realidad. Así cada individuo tendrá una realidad que lo hará único. Quizás esto es lo que nos aleja de la realidad virtual, creada por un individuo para que el resto de ellos la vivan por igual.
            Y mientras vivimos, nuestra realidad puede ser fascinante, solamente gris, o negra y macabra como una gran pesadilla. La realidad suele ser cruda por eso nos hemos convertido en creadores de realidades alternativas mediante ficciones a través de los libros, el teatro, el cine, los ordenadores, etc., que nos permite ser parte de otra realidad pero sin pertenecer a ella.
Vivamos con la esperanza de no ser el sueño de otra persona y que nuestra realidad no se diluya con el amanecer.