miércoles, 6 de julio de 2016

España: "país históricamente de gobernantes mangantes"



Si hacemos un breve repaso a la historia de España vemos que no hemos avanzado mucho en cuanto a la lucha contra la corrupción. Así Felipe II tenía tal grado de corrupción en su tremenda burocracia que nos arruinó tres veces, mientras su secretario, Antonio Pérez del Hierro, se hacía más rico, ¿os suena de algo?
Antonio Pérez del Hierro

Yendo más hacia atrás en la historia, es curioso que los galeones que llegaban llenos de oro de las Américas a Sevilla iban siendo rapiñados por un montón de cortesanos, clérigos y demás allegados al oro. Por lo tanto, lo que en nombre del rey se mangaba en las nuevas colonias no servía sino para alimentar la codicia y la avaricia de los ya poderosos, mientras que los campesinos eran mas pobres y tenían que pagar mas impuestos para costear las guerras que mantenían al imperio. Los pobres más pobres y los ricos más ricos ( gracias al latrocinio ). ¿Os suena de algo? 

Resultado de imagen de galeones llegando a sevilla

Y no os acordáis de la Generación del 98, cuya santa preocupación era ver como un país como el nuestro se iba hundiendo en la miseria gracias a unos gobernantes inútiles y unos arrimados que lo único que hacían era chupar de las arcas del estado. Mientras los pobres seguían siendo más pobres aunque fueran cultos y preparados y hubieran estado toda su vida utilizando la razón para encontrar solamente miseria, hambre y ser robados por otros más hambrientos que ellos y no por avaricia. (Luces de bohemia)



Todo esto nos lleva a preguntarnos, ¿es España, como algunos intentan
hacernos creer, un país de ladrones y corruptos que trepan sobre un pueblo aturdido, que acostumbrado a sufrir ha terminado, de nuevo, aceptando el poder establecido por miedo a estar peor de lo que estaba?
¿Estamos ahora como siempre soportando "la mugre", por miedo al mañana, al futuro, a lo desconocido? ¿Mantenemos lo trágico porque no sabemos hacer frente al poder corrupto sin violencia? Cuándo veremos esa España valiente que emprenda de nuevo un camino hacia el bienestar social y de una manera democrática apartemos a aquellos que lo único que hacen es llenar sus bolsillos...


miércoles, 31 de diciembre de 2014

Navidad, ¿Religión o Consumo?


En Navidad se conmemora el nacimiento de un personaje histórico  que nació hace más de dos milenios. Y con él el mensaje de paz, amor… que repetimos durante estas fechas como un mantra. Estamos hablando de Jesús de Nazaret.
            Para algunos el significado de la Navidad será el nacimiento de Dios, para otros la llegada de un nuevo profeta, y para los menos creyentes solamente la de un filosofo que transmitía un mensaje de buen rollito.
            Poco a poco con el paso de los años y los avances en la tecnología se ha formado una corteza de consumismo y materialismo alrededor de la Navidad, que ha ido engordando con la gran diversidad de objetos y regalos que podemos obtener de cualquier parte del mundo a través de Internet. En la actualidad es tan espesa que la gente se ha olvidado del verdadero mensaje de la Navidad y, por lo tanto de transmitírselo a las nuevas generaciones, ya que por si solas no pueden escavar entre tal cantidad de anuncios tan aparentes y atractivos que los inducen al materialismo y egoísmo.
            Hemos llegado a un punto en el que muchos de los niños de ahora creen que el día 25 de diciembre es cuando viene Papa Noel a traerles regalos, cuantos más mejor, y no saben que es el día que nació Jesús, y además en sus casas no se les explica, ya que muchos padres no quieren que sus hijos tengan relación alguna con la religión.
            Muchos dirán que al no ser creyentes no tienen porque transmitir el mensaje de la navidad, pero entonces, qué celebramos, consumir, consumir y mas consumir ya que estamos en un capitalismo puro y duro, y así en estas fechas nos alejamos completamente del mensaje de la navidad, que como hemos dicho antes, tanto repetimos. Quizás, sería mejor volver poco a poco a descubrir y poner en práctica los mensajes menos superficiales de estas fechas; pero por lo visto solo unos pocos están dispuestos a hacerlos, los demás nos dejamos atrapar por las luces, la buena mesa y la diversión.
            Por lo tanto, no nos podremos quejar cuando terminen estas fechas de que el mundo cada vez está peor, de que la juventud es “así”, si somos incapaces de, por lo menos en una semana comportarnos como hermanos con amor. O quizás, es que el hombre no es capaz de sentir ese amor hacia los demás y nunca conseguiremos un mundo en paz, y la Navidad es solamente otro carnaval.




miércoles, 12 de noviembre de 2014

Realidad en un mundo virtual


En el siglo XXI atestado de tecnología digital y de redes sociales que nos hacen vivir casi en una realidad virtual parece un poco curioso hablar de realidad y de nuestra existencia, es como si miráramos viejas fotos, color sepia, de las que hacían nuestros abuelos y que nos dejan una pequeña sonrisa en los labios. Pero aún así es interesante volver a plantearnos la clásica pregunta filosófica sobre si existimos o no, y de si el mundo e incluso el universo, están ahí por algo y para algo.
            Evidentemente ya que puedo pensar, al almacenar en mi cerebro todo lo que mis  sentidos registran, y con ello puedo filosofar sobre mi existencia y la de los demás, la conclusión es que existo. Para cada persona la realidad es uno mismo, esa es su realidad propia. Y después hay una realidad externa, el mundo y la realidad de otras personas. La interacción de mi propia existencia con ese mundo externo constituye  mi vida y por lo tanto mi realidad. Los demás no pueden ser exactamente como yo ni su relación con el mundo será la misma por lo que tendrán otra realidad. Así cada individuo tendrá una realidad que lo hará único. Quizás esto es lo que nos aleja de la realidad virtual, creada por un individuo para que el resto de ellos la vivan por igual.
            Y mientras vivimos, nuestra realidad puede ser fascinante, solamente gris, o negra y macabra como una gran pesadilla. La realidad suele ser cruda por eso nos hemos convertido en creadores de realidades alternativas mediante ficciones a través de los libros, el teatro, el cine, los ordenadores, etc., que nos permite ser parte de otra realidad pero sin pertenecer a ella.
Vivamos con la esperanza de no ser el sueño de otra persona y que nuestra realidad no se diluya con el amanecer.